domingo, 12 de enero de 2014

Cuéntame un cuento


EL alumnado de sexto ha realizado la actividad que consistía en leer un cuento y después modificar los personajes, el espacio, el tiempo, el final…
Este es el resultado.
UNA NAVIDAD SIN REGALOS
Claus olvidara que éramos rumanos y de cualquier modo nos visitara sin darse cuenta de que el Ángel ya me había visitado. ¡Así recibiría el doble de todo!
¿Por qué sucede que en la mañana de Navidad, por poco que se duerma la noche anterior, nunca resulta difícil despertar y levantarnos? Así ocurrió esa mañana en particular. Fue cuestión de segundos, después de escuchar los primeros movimientos, para que todos nos levantáramos y saliéramos corriendo hacia la cocina y el tendedero donde estaban colgadas nuestras medias y debajo de éstas se encontraban nuestros brillantes zapatos recién lustrados.
Todo estaba tal como lo habíamos dejado la noche anterior. Excepto que las medias y los zapatos estaban llenos hasta el tope con los generosos regales del Ángel de la Navidad... es decir, todos excepto los míos. Mis zapatos, muy sucios, estaban vacíos. Mis calcetines colgaban sueltas en el tendedero y también estaban vacías, pero de una de ellas salía una carta.
Alcancé a ver las miradas de horror en los rostros de mi hermano y mis hermanas. Todos gritamos. Todos los ojos se dirigieron hacia mamá y papá y luego regresaron a mí.
- Ah, lo sabía – dijo mamá -. Al Ángel de la Navidad no se le va nada. El Ángel sólo nos deja lo que merecemos.
Mis ojos se llenaron de lágrimas. Mis hermanas trataron de abrazarme para consolarme, pero las rechacé con furia.
- Ni quería esos regalos tan tontos – exclamé -. Odio a ese estúpido Ángel. Ya no hay ningún Ángel de la Navidad.
Me dejé caer en los brazos de mamá. Ella era una mujer voluminosa y su regazo me había salvado de la desesperación y de la soledad en muchas ocasiones. Noté que ella también lloraba mientras me consolaba.
Después de un rato, mi madre dijo, como si estuviera hablando con ella misma:
- Juan no es malo. Sólo se porta mal de vez en cuando. El Ángel de la Navidad lo sabe. Felice sería un niño bueno si hubiera querido, pero este año prefirió ser malo. No le quedó alternativa al Ángel. Tal vez el próximo año decida portarse mejor. Pero, por el momento, todos debemos ser felices de nuevo.
De inmediato todos vaciaron el contenido de sus zapatos y medias en mi regazo.
- Ten – me dijeron -, toma esto.
En poco tiempo otra vez la casa estaba llena de alegría, sonrisas y conversación.
Mamá y papá salieron a correr como de costumbre y nosotros fuimos con ellos paseando por el parque. Yo no creía lo sucedido y mis hermanos para ayudarme no se llevaron sus juguetes. Hablábamos de mi comportamiento del año y poco a poco reconocí que era lo merecido aunque no creía que algo así pasaría.
Al volver de correr mamá me dijo:
- Felice – me dijo -, ¿entiendes por qué el Ángel de la Navidad no pudo dejarte regalos?
- Sí – respondí.
- El Ángel nos recuerda que siempre tendremos lo que merecemos. No podemos evadirlo. Algunas veces resulta difícil entenderlo y nos duele y lloramos. Pero nos enseña lo que está bien hecho y lo que está mal y, así, cada año seremos mejores.
No estoy muy seguro de haber entendido en aquellos momentos lo que mamá quiso decirme. Sólo estaba seguro de que yo era amado; que me habían perdonado por cualquier cosa que hubiese hecho y que siempre me darían otra oportunidad.
Jamás he olvidado aquella Navidad fría y rara. Desde entonces, comencé a portarme bien y las siguientes Navidades pude conseguir buenos regalos del Ángel todo un éxito.

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